No hace ruido
Y crea todos esos nidos.
Surgirá mi par
sólo para burlarse
de toda idea.
Me enseñé a oler
el brío de la madrugada.
Durmiendo en la calle.
Los himnos de orfandad
son los mismos que
quiebran el tacón
que se acerca, y el amor
no entra.
No hay por donde.
Temprano y a la salida
de la habitación, ¿recuerdo?
Que lindas semanas
de suerte podrida.
Recostada al final de la historia.
¡Lindos parásitos!
Prestan sus ojos
y su oficio de antídotos.
Cuánto nos hemos tocado
en la huida que retumba todavía.
Un cuarto de hora
en sentencias con miras
a construir habilmente
las penas. Genio que sobra
y se unta la mar.
Sanará para estar listo
y comenzar a trabajar
en su escritorio tenso.
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